18
jan
2016

Si hacemos caso a lo que nos ha mostrado la ciencia ficción en el cine, la imagen de las ciudades que nos esperan en el futuro no es muy halagüeña. La galería de escenarios oscila entre lugares oscuros y claustrofóbicos donde todo adquiere el tono de una pesadilla (“Brazil” de Terry Gillian); urbes superpobladas con vehículos voladores (“El quinto elemento” de Luc Besson); calles atestadas bajo una lluvia pertinaz (“Blade Runner” de Ridley Scott) o paisajes gélidos y deshumanizados que invitan a la melancolía (“Alphaville” de Jean Luc Godard). Estas terribles predicciones, sin embargo, no tienen porqué materializarse. Las ciudades del futuro estarán, casi con total seguridad, superpobladas, pero gracias a la tecnología es posible conseguir que millones de seres humanos compartan de forma armónica un mismo espacio. Y que, además, lo hagan de forma sostenible e inteligente.

Ese es el objetivo de Charles Sheridan, director del Internet of Things Research Lab en Intel Europa, quien asegura que los cambios llegarán antes incluso de lo que suponemos porque se dan las condiciones “para una tormenta perfecta”. Estas condiciones a las que se refiere es la evolución del denominado “Internet de las cosas” (un concepto que hace referencia a la conexión de objetos cotidianos a la Red), el crecimiento exponencial que sufrirán los ‘wearable’ en los próximos años con su consiguiente bajada de precios y la capacidad de manejar e interpretar grandes cantidades de datos.

Sheridan sabe de lo que habla, puesto que también es Sponsor Manager del Intel Collaborative Research Institute, un proyecto interdisciplinario que combina métodos de distintas ciencias como la computación, las ciencias sociales, la arquitectura y el diseño para hacer de las ciudades espacios destinados al bienestar de sus habitantes. A través de este instituto ya se están desarrollando proyectos en ciudades como Barcelona, Dublín o Londres destinados a medir la calidad del aire, saber las condiciones del tráfico o conseguir que los edificios trabajen en conjunto para distribuir el consumo energético. Son los primeros pasos para transformar los espacios urbanos en lugares sostenibles, eficientes y, sobre todo, amables.

El Pais

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