Más de 12 años después de su cierre, el Teatro de la Comedia de Madrid al fin tiene fecha de reapertura: septiembre de 2015. Si la previsión se cumple, la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) podrá presentar su próxima temporada en su propia casa, en una recuperación de la que fue su sede desde 1998. Madrid, por su parte, recobrará uno de sus escenarios más emblemáticos, la histórica sala de la calle Príncipe.
Aprovechando la presentación de la nueva temporada de la CNTC, el Ministerio de Cultura organizó ayer una visita a las obras de un teatro cuya rehabilitación parecía interminable. Según explicó el director general del INAEM, Miguel Ángel Recio, la principal dificultad se ha debido a los contratiempos derivados de la consolidación de la estructura del edifico. “Sumados a la enorme dificultad que conlleva trabajar en un teatro situado en una calle tan estrecha y rodeado por todas partes de edificios de vecinos”, insistieron los arquitectos Sebastián Araujo y Jaime Nadal, encargados del proyecto. Recio, además de fijar en otoño del próximo año la reapertura, aseguró que la obra acabará quedando 1,52 millones de euros por debajo de los costes previstos. Del presupuesto de partida (27,65 millones), 15,72 correspondían a la ejecución de la obra, cuyo coste final ha sido de 14,2. Se calcula que el precio para el equipamiento escénico rondará los 21,62.
La obra civil concluirá en el primer trimestre de 2015 y la de equipamiento estará lista el próximo verano. “Así que justo dentro de un año la Compañía Nacional de Teatro Clásico podrá arrancar aquí su temporada”, añadió Recio, quien confirmó que la placa de la fachada que recuerda que el teatro albergó el discurso fundacional de la Falange Española seguirá en su sitio.
Sin los andamios que hasta ahora cubrían como una telaraña metálica el coso, y con el lienzo del techo otra vez vivo en el cielo del salón (“Lo desmontamos entero para restaurarlo en un taller”) el esqueleto del Teatro de la Comedia y también su carne son ya perfectamente reconocibles. Gracias a la obra, el edificio ha ganado una superficie de 750 metros cuadrados, su aforo llegará a los 700 espectadores y ganará una sala de 300 metros cuadrados para ensayos y representaciones con un aforo de 100 localidades.
En realidad, y según explican los técnicos, las obras no empezaron hasta 2010. “En 2002 se cerró, dos años después se abrió el concurso de obras y luego el del proyecto”, explicaron ayer. Una vez licitado empezó un trabajo cuya principal dificultad radicaba en la estructura. En 1915, el teatro se incendió y en lugar de reconstruirlo con madera y hierro (sus materiales originales) se hizo con hormigón armado. “Trabajar con hierro y madera en mal estado es mucho más fácil que con un hormigón que estaba muy degradado, eso ha generado problemas terribles”, apuntan Araujo y Nadal. La ubicación del teatro, “para hacernos una idea, en un patio de vecinos”, ha sido el otro gran dique de contención: ralentizó cada nueva intervención y cada trabajo para consolidar el soporte físico de la sala. Según los técnicos, lo que queda (ejecución de revestimientos, pavimentos y trabajos de acabado) devolverá la piel y el traje a un teatro que parecía condenado a no revivir.