10
mar
2015

La Liga de las Estrellas, se decía del campeonato español, porque en apariencia era rebosante. Sus principales agentes se pavoneaban de tutearse con la Premier, miraban con desaire a la ejemplar Bundesliga, donde el presidente del todopoderoso Bayern, Uli Hoeness, ha acabado en la cárcel por evasión fiscal, y se llevaban las manos a la cabeza con los escándalos del corrupto calcio, que no tiritó para condenar el hampa del equipo más popular del país, el Juventus, exiliado al cuarto oscuro de la Serie B. Para mayor alborozo, la gran apoteosis, España por fin se entronizaba en un Mundial, con dos Eurocopas triunfales por medio. Volaban las serpentinas y los confetis, era el paraíso. Hoy, el panorama comienza a ser desolador, próximo a una Liga de Estrellados, con sucesivos episodios de máxima gravedad. Y con las autoridades de riña en riña entre sí.

Llegaron los apretones de la crisis y los éxitos no evitaron que la gente se encolerizara con las deudas del fútbol con Hacienda, cercanas a los 540 millones de euros. Con justicia, de nuevo el fútbol en la picota por campar a sus anchas con el beneplácito oficial. Levantada la barra libre, mientras los clubes fueron forzados a cumplir con sus obligaciones, hasta Messi quedó a la intemperie, señalado como un regateador de impuestos. Y no solo el astro argentino, ahora se pretende que coticen hasta los monitores juveniles, lo que el fútbol modesto ve como un escarnio. De la nada al todo.

De sobresalto en sobresalto, tuvo que dimitir el presidente del Barça, Sandro Rosell, acuciado por los hilarantes contratos ocultos de Neymar, lo que ha terminado por salpicar a su sucesor, Josep Maria Bartomeu, imputado por un juez de la Audiencia Nacional. Aunque por motivos ajenos al fútbol, antes ya había entrado en prisión el presidente del Sevilla, José María del Nido. Y ahora, mientras el máximo dirigente del Real Madrid, Florentino Pérez, declara como testigo en la causa contra la trama de corrupción conocida como Operación Púnica por haber contratado para el club los servicios de una de sus empresas, el del Atlético, Enrique Cerezo, está enredado en el caso del ático que ha costado la carrera política al presidente de la Comunidad, Ignacio González.

De alarma en alarma, comenzaron a brotar los presuntos amaños, hoy tipificados como delito en el Código Penal. Ya hay 42 imputados por el Levante-Zaragoza, algunos tan ilustres como el técnico mexicano Javier Aguirre y el capitán del actual campeón de Liga, el rojiblanco Gabi. Más allá de las penas de cárcel e inhabilitación, el caso puede alterar la configuración de los campeonatos si los clubes pagan con un descenso o una merma de puntos. Sin que el personal se hubiera repuesto del caso, estos días han sido encarcelados un expresidente de Osasuna, Miguel Archanco, y un exdirectivo, Txuma Peralta. Además de por supuestos desvíos de fondos, sobre ellos y algunos más recae un presunto entramado para la compra de partidos y primas a terceros desvelado por un exgerente, Ángel Vizcay, y que implicaría al Betis, al Valladolid y al Espanyol.

De espanto en espanto, llegó la peor sacudida y rebrotó el horror, con un seguidor radical del Deportivo muerto y lanzado al río por los ultras del Atlético. Ni siquiera semejante salvajada concilió a los dirigentes, incapaces de liderar un frente común por rencillas personales. Se activaron algunas medidas que estaban articuladas en el pasado y se tomaron otras para erradicar no solo la violencia física, sino la verbal. Algunos no se dieron por escarmentados y en el campo del Betis se llegó al extremo de cánticos machistas contra la expareja del ídolo local, Rubén Castro, procesado por maltrato. Para colmo, lejos de una repulsa sin paliativos, se han tenido que escuchar algunas voces tibias.

De bochorno en bochorno, por el camino la FIFA sancionó al Barça sin fichar en dos periodos por incumplir las normas con algunos canteranos y recientemente ha castigado al Almería con tres puntos menos por una deuda con un club danés. Por si fuera poco, la nomenclatura del fútbol amenaza con parar todo el fútbol español si prosiguen lo que considera injerencias del Gobierno en materia futbolera, por ejemplo que no reconozca la titularidad de los derechos televisivos a la Federación Española (FEF) y sí a la Liga Profesional (LFP). Con ello solo se ha logrado retrasar una venta colectiva que alivie las maltrechas tesorerías y reduzca las enormes diferencias entre los grandes equipos y los que solo parecen ser tenidos por teloneros.

Antes de las advertencias de Joseph Blatter ya hubo algunos paros territoriales propiciados por el campo de minas en el que andan sin disimulo el presidente federativo y dirigente internacional Ángel María Villar, el patrón de la LFP, Javier Tebas, y el secretario de Estado, Miguel Cardenal. A estos tres últimos correspondería un pacto real y sin titubeos para rescatar de inmediato a un fútbol español que pide a gritos una catarsis total. Si alguien no interviene, mañana puede ser demasiado tarde. Mientras la Premier engorda sus cuentas con contratos televisivos de otra galaxia y Alemania presume de su intachable organización, Italia aún no se ha repuesto del hedor del pasado y buena parte del público se ha dado de baja. Es la constatación de que, por suerte, el fútbol ya no es inmune a las vilezas. Con todo lo bueno que tiene para ofrecer…

El Pais

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