Un dron español soltará miles de moscas en amplias zonas de Etiopía, pero lo hará por una buena razón: combatir la enfermedad del sueño, transmitida por una mosca. La idea es usar el aparato a modo de fumigador, soltando miles de machos esterilizados para que, al copular con las hembras, la población se reduzca y con ella la también conocida como tripanosomiasis africana.
La tripanosomiasis es endémica en el África subsahariana. Provocada por un protozoo, su vector de transmisión es la mosca tsé-tsé. Al principio provoca fiebre alta, dolores de cabeza y articulares. En una segunda fase, el parásito infesta el sistema nervioso central y el infectado se vuelve apático y muy debilitado. Si no se trata puede provocar la muerte. Según la Organización Mundial de la Salud, la población expuesta al riesgo de esta enfermedad es de unos 65 millones de personas.
Uno de los países donde está presente la mosca tsé-tsé es Etiopía y hasta allí quiere ir un grupo de ingenieros alicantinos con su dron y un buen puñado de machos de mosca esterilizados. Desde hace unos años, el Gobierno etíope cuenta con la ayuda del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), integrado en Naciones Unidas, para esterilizar las moscas mediante radiación. Después las sueltan en las zonas de incidencia de la enfermedad.
La lógica de este plan es que, al superar a los machos silvestres, las hembras copulen con los radiados, con lo que las siguientes generaciones serán más reducidas. Si el proceso se mantiene en el tiempo se puede logra la extinción local de la especie. Es lo que se está haciendo en Brasil para combatir el virus del Zika, aunque allí se están usando mosquitos modificados genéticamente y no por radiación.
“La suelta de moscas tsé-tsé se estaba haciendo desde avionetas y manualmente, es decir, el piloto arrojaba las cajas por la ventanilla”, dice Javier Espuch, uno de los responsables de Embention, una empresa de drones con sede en Alicante. “Para combatir a esta mosca debes volar muy bajo, además, en esta zona de Etiopía la orografía es muy complicada. Con un dron tienes mayor seguridad y eficacia”, añade.
El plan es colocar una especie de vainas diseñadas por ellos mismo bajo las alas del dron. En ellas irían unas 5.000 moscas por vuelo distribuidas en cajas biodegradables y refrigeradas para que las moscas estén tranquilas y no se dañen antes del objetivo. El sistema de control del dron selecciona las zonas donde soltar las cajas. Esa cantidad de moscas podría cumplir la misión en unos 100 km2, siempre que la dispersión de los insectos se mantenga. Estiman que esta técnica requiere que se liberen 100 machos estériles por kilómetro cuadrado semanalmente.
El proyecto Drones Against Tsetse está gestionado por la OIEA, el Ministerio de Ganadería y Alimentación etíope y la FAO, también dependiente de Naciones Unidas. Toda la parte técnica, el dron, su control y navegación, el diseño y uso de las vainas es cosa de Embention que, con esta iniciativa, quedó semifinalista en una concurso internacional sobre drones para el bien común celebrado en enero pasado. Espuch estima que el programa de suelta de las moscas se iniciará después del verano.
Esta no es la única iniciativa social de Embention. En Suiza tienen en marcha un proyecto tanto o más ambicioso: Defidrone. Aquí, el objetivo es que una flota de drones esté las 24 horas del día preparada por si en alguna zona de difícil acceso una persona sufre un ataque cardíaco. En minutos, un dron llevaría hasta allí un desfibrilador. Todo está automatizado. Si un sanitario activa el botón de emergencia, el sistema hace todo lo demás. El proyecto está listo y solo espera la certificación de las autoridades suizas que permita que los drones levanten el vuelo. Como dice Espuch, “estos proyectos son más fáciles de poner en marcha en países como Etiopía que en Suiza o en España, por toda la regulación que hay”.