09
out
2013

La deuda de las empresas del sur de la zona euro es un polvorín. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha encendido este miércoles la alarma sobre el lastre que supone para la banca el dinero prestado a las empresas de España y otros países periféricos del euro, como Portugal o Italia. Esta deuda, según el organismo, puede generar un efecto arrastre y forzar a la banca a aumentar de nuevo las provisiones para afrontar un repunte de la morosidad de los créditos corporativos.

Un puñado de números explica los temores del Fondo: más de tres cuartas partes de la deuda de empresas en España y Portugal y la mitad de Italia corresponde a compañías con una ratio de deuda sobre activos por encima del 40%, según recoge el informe de estabilidad financiera que acaba de presentar el FMI durante su asamblea en Washington. Este elevando endeudamiento, combinado con la atonía de la actividad y unos intereses altos, está dificultando el pago de las deudas. Además, en el caso español, el 40% del pasivo pertenece a compañías con ratios de cobertura de interés inferiores al 1%. Para el fondo, estas empresas “serían incapaces de cumplir con sus préstamos a medio plazo a menos que lleven a cabo ajustes, como la reducción de la deuda, los costes operativos y los gastos de capital”.

Al FMI le preocupa desde hace tiempo la morosidad latente de la banca española, esos créditos dudosos que se han renegociado varias veces como forma de enmascarar la morosidad. Como reacción, este año el Banco de España endureció las condiciones para considerar un crédito sano, lo que les obliga en la práctica a aumentar en 5.000 millones sus provisiones, y reclamó a las entidades la información sobre los préstamos que habían refinanciado. En abril, el sector tenía 127.000 millones refinanciados, el 12% del total de la masa de créditos, pero la provisión media quedaba en el 10%.

Un agujero de 104.000 millones

El coste de la morosidad podría comerse parte de los beneficios futuros de los bancos e incluso de su capital, si bien la banca española se encuentra en una posición relativamente mejor que el resto de entidades en esta situación, según señaló el director de Asuntos Financieros y Monetarios del FMI, José Viñals. Incluso en un panorama adverso, con una 45% de pérdidas en la deuda de las empresas, el agujero sumaría 104.000 millones de euros en el plazo de dos años, un volumen que quedaría cubierto con las actuales provisiones. “Son buenas noticias porque el nivel de provisiones es suficiente para afrontar las posibles pérdidas de morosidad”, ha dicho.

Viñals fue subgobernador del Banco de España entre 2006 y 2009, precisamente el periodo en el que pinchó la burbuja del crédito y los préstanos concedidos a empresas y familias alcanzaron su máximo histórico antes de empezar a caer. Muchas de las empresas que hoy tienen dificultades para pagar son pymes, pero también grandes empresas a las que la recesión obstaculiza el abono de las deudas, por eso deberían, ha dicho, ajustar costes y abordar procesos de reestructuración de deuda cuando se necesario.

A las entidades italianas, en cambio, en ese escenario adverso les faltaría 53.000 millones de capital, con unas pérdidas de 125.000 millones de euros. En total, son créditos por valor de casi 250.000 millones de euros los que se verían perdidas en ese escenario adverso.

El informe que acaba de hacer público el FMI refleja que el problema no está resuelto a ojos del Fondo no ni en España ni el resto de la periferia del euro. Son precisamente las economías más castigadas las que durante el boom económico incrementaron en mayor medida el endeudamiento de sus empresas, especialmente las pymes, que pagan el dinero prestado mucho más caro que las grandes y por tanto tienen ahora más dificultades.

Mejora de los mercados, para algunos

La presión de los mercados se ha suavizado para la eurozona en el último año, de modo que bancos y estados pagan menos intereses para financiarse, pero la fragmentación financiera entre las dificultades de los países del norte y los del sur persiste, así como el pesado lastre de la deuda. El informe del Fondo advierte, además, de que “incluso si esta fragmentación se soluciona en el medio plazo, el exceso de deuda privada corporativa persistiría hasta casi un quinto del pasivo de las empresas de Italia, Portugal y España”.

Aun así, el Fondo hace cálculos en su estudio de lo que la fragmentación del mercado financiero significa. Según sus cálculos, sin este efecto que penaliza a los países del sur, las empresas españolas pagarían hasta 160 puntos básicos (o 1,6 puntos porcentuales) menos por sus créditos. Para las italaciones, el sobreprecio es de 100 puntos básicos.

España tiene un problema de deuda pública, que según el Fondo crecerá sin tregua desde el 93% del PIB actual hasta el 105%, porque el crecimiento previsto es demasiado leve para cumplir sin problema con los pagos. Pero también sufre un grave trastorno de deuda privada: entre 1998 y 2007 se triplicó el crédito de las empresas y familias, hasta superar los dos billones de euros.
Reanimar la actividad

Esto deja a la cuarta economía de la eurozona en la difícil situación de tener que combinar un progresivo desapalancamiento con la necesidad de que el crédito vuelva a fluir en compañías y hogares para reanimar la actividad, el consumo y la inversión. Porque la calma en los mercados que el plan de compra de bonos del Banco Central Europeo (BCE) ha hecho posible —sin necesidad siquiera de aplicarlo— ha mejorado las condiciones de financiación de Estado y grandes empresas, pero el riego crediticio no ha llegado a eso que suele llamarse economía real, es decir, la productiva. “El riesgo del crédito corporativo es un factor significativo en el mayor nivel de tipos de intereses de los préstamos”, señala el Fondo.

Las previsiones sobre la estabilidad financiera mundial excluyen un escenario en el que Estados Unidos fracasase a la hora de elevar el techo de deuda, con lo que caería en un impago selectivo, un panorama tan peligroso que dinamitaría cualquier proyección. Las preocupaciones del FMI se basan en algo más manejable como la retirada progresiva de estímulos por parte de la Reserva Federal, que estaba prevista para finales de este año. El responsable del área, José Viñals, admitió en su presentación que el proceso es “inédito y complejo”, por lo que la Fed deberá mejorar su comunicación para evitar los sobresaltos, sobre todo, en los países emergentes, ya que han visto caer las entradas de capital.

El Pais

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