04
nov
2015

El almacén en los alrededores de Barcelona del gigante editorial Penguin Random House mueve una media de 1,5 millones de libros de papel cada mes. Amazon, el imperio de las compras por Internet, mantiene en stock cerca de Madrid 583.000 títulos de libros físicos y creciendo. Con estos datos queda claro que el Farenheit 451 que anunciaba la muerte del papel como formato de lectura no se ha producido. Sin embargo, lo contrario, que los e-books hayan pasado a ser irrelevantes y que los lectores de libros digitales vayan a correr la misma suerte, el olvido, que aparatos como los vídeo Beta, es una tesis que los datos tampoco sostienen.

El panorama que describen tanto los profesionales del sector como las cifras es híbrido, un mundo en el que conviven el formato clásico y el digital, con fenómenos importantes, todavía muy difíciles de captar por las estadísticas, como la autoedición y los servicios de suscripción a e-books con tarifa plana, y con un mercado digital inmenso que incluye América Latina y Estados Unidos.

“No da la impresión de que el libro digital vaya a acabar con el papel, que tiene un suelo”, resume José Pascual Marco Martínez, director general del libro en el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes. “Pero el libro digital sigue creciendo”, prosigue. “La realidad es que yo no he hablado con nadie de e-books en Fráncfort”, explica por su parte Paula Canal, de Anagrama, una de las editoriales que más lectores fieles tiene en España. “He tenido cientos de conversaciones sobre lo bonitas que son las portadas de X y las ediciones de H. Los editores jóvenes y brillantes y prometedores hacen los libros más hermosos y no les preocupan los e-books”. Javier Celaya, consultor, responsable del blog Dosdoce y autor de numerosos estudios sobre el libro digital, se pronuncia en sentido contrario: “Estamos a mitad de camino. Como sector me preocuparía por no estar ampliando la demanda digital, que va a ser una forma de crecer. Son potenciales lectores que se están escapando por otras vías, como las apps para móviles, los contenidos en abierto de alta calidad y la autoedición”.

Seguramente por la relación tan cercana que se establece con los libros, el debate entre digital y papel desata polémicas encendidas. The New York Times publicó recientemente un reportaje en el que hablaba del “declive” del libro digital, que fue contestado por otra información en la revista Fortune, que decía más o menos lo contrario. El cierre de la plataforma de suscripción de libros Oyster en septiembre fue interpretado como otro signo de decadencia de lo que algún día se consideró el futuro. Sin embargo, tanto Kindle Unlimited de Amazon como 24Symbols, los otros dos Spotify de los libros, están experimentando crecimientos significativos.

Aunque faltan datos esenciales —Amazon no desvela el número de dispositivos Kindle que vende y tampoco el número de títulos autoeditados en su plataforma, que no generan ISBN y, por lo tanto, quedan fuera de las estadísticas— y es difícil medir el impacto de la piratería, la Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales de España 2014-2015, publicada en septiembre, revela que el 59,9% de los españoles lee en papel, el 17,7% en digital y el 5,7% en Internet. Con respecto a la anterior encuesta, de hace cinco años, el papel apenas ha variado (58,3%), pero el digital se ha multiplicado casi por tres desde el 6,5%.

Los datos del Ministerio de Cultura revelan que, en 2014, la edición de libros en papel creció por primera vez en cuatro años, un 3,7% con 68.378 títulos, pero acumula un descenso del 29,5% en ese mismo periodo. Ese año, bajó por primera vez la edición de libros digitales, el 1,9%, y pasó a representar el 22,3% del sector. En los últimos cuatro años ha aumentado un 13,9% frente a un descenso del 14,1% en facturación de las librerías en el mismo periodo. La facturación de libros electrónicos representó en 2014 110 millones de euros, un aumento del 37,1% con respecto al año anterior. La edición en otros soportes distintos al papel representa ya el 10,8% de la facturación total en España y en torno al 20% en EE UU.

Si se analizan estos datos y se comparan con viejas previsiones –una amplia encuesta en el mundo de la edición difundida en la Feria de Fráncfort en 2008 aseguraba que en 2018 el libro digital adelantaría al físico–, queda claro que la resistencia del papel es enorme, pese a la crisis, pero también demuestra que el crecimiento del libro electrónico es constante y sostenido. “Está funcionando menos de lo que esperábamos, pero estamos creciendo a un ritmo de doble dígito, principalmente por el mercado latino y de Estados Unidos”, explica Iría Álvarez, responsable de desarrollo digital y ventas digitales en Penguin Random House.
América Latina y EE UU

Preguntado sobre una posible ralentización del libro electrónico, Santos Palazzi, director de Digital en la editorial Planeta, el otro gigante de la edición en español, responde: “El e-book sigue creciendo de forma sostenida. Se observa una cierta ralentización en España, mientras que las tasas de crecimiento en nuevos modelos de negocio, como el préstamo digital bibliotecario o las plataformas de suscripción, superan el 50%. Además, esperamos que a medio plazo las ventas en América Latina y EE UU supongan hasta el 50% de la facturación total”.

Sin embargo, las editoriales pequeñas siguen dependiendo del papel y algunas ni siquiera editan libros electrónicos. “El papel es la base de nuestro negocio”, explica Luis Solano, de Libros del Asteroide, que edita todas sus novedades en los dos formatos. La tranquilidad que aporta la lectura en papel, la legibilidad de este soporte, la red de librerías protegidas por el precio fijo son alguna de las causas que cita para la supervivencia digital. Heloise Guerrier, de la editorial de tebeos Astiberri, también mantiene que sus lectores siguen prefiriendo de lejos el formato tradicional, aunque acaban de lanzar en su web la venta de cómics digitales a precios muy inferiores al papel. “La gente a la que le gustan y lee tebeos no creo que se lo compre digital. Pero, aunque de momento es algo marginal, no podemos ignorarlo”, explica Guerrier.

El VHS murió a manos del DVD y es posible que este formato sea reemplazado por plataformas como Netflix, iTunes o Yomvi (que está por ver si acabarán con la televisión tradicional). Pero el vídeo no mató a la estrella de la radio, ni el cine y la televisión al teatro. Todo indica que quedan libros de papel por mucho tiempo. Sin embargo, los libros digitales también tienen un futuro indudable, un lugar en las nuevas bibliotecas del mundo.

El Pais

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