Era el reclamo principal de la presentación del Registro e inventario de las vidrieras catalanas; un corpus de este patrimonio de vidrio y plomo elaborado desde 2009 tras la firma de un convenio entre el Instituto de Estudios Catalanes (IEC) y el Departamento de Cultura de la Generalitat. Y así se anunciaba en la nota de convocatoria emitida desde la consejería de Ferran Mascarell. Por eso, el inventario de 2.000 vidrieras localizadas en 1.600 lugares diferentes de la provincia de Barcelona y la diócesis de Girona pasaron a un segundo plano cuando Antoni Vila, el investigador principal del proyecto, explicó que entre los trabajos inéditos recuperados se encontraban dos obras de Antoni Gaudí. Pero al final de la tarde los inéditos, un rosetón con tres anagramas con el nombre de Jesús y un Arcángel Miguel, no lo eran tanto.
Vila explicó que los propietarios actuales querían preservar su identidad y, por eso, tampoco dio a conocer la localidad donde se encuentran, pese a las insistentes preguntas de los periodistas. Tan solo se limitó a asegurar que las había realizado Gaudí por encargo de un mosén amigo suyo para la capilla familiar. También que había podido fechar con precisión las dos vidrieras: La primera en 1886, una obra de juventud, y la segunda, en 1894, obra de entrada a su madurez.
Pero en la documentación entregada en la rueda de prensa presidida por el consejero de Cultura Ferran Mascarell, el director general de Patrimonio de la Generalitat, Joan Pluma y el presidente del IEC, Joandomènec Ros, había más datos. En uno de los cuadros se explicaba que las dos obras pertenecían a Can Pujadas.
A partir de ahí fue fácil, utilizando internet, conocer todos los datos de las ya famosas vidrieras; la historia completa de la familia Valls de Vallgorguina y en concreto de Lluís Maria Valls, la persona que las encargó al arquitecto de Reus, además de poder ver incluso imágenes de las vidrieras en el lugar donde llevan instaladas más de 120 años.
También localizar que la historia de estas obras se publicó en 2003 en L’Om, una revista local de Riudoms y en el libro Regreso a Gaudí’s Place, en 2005. Todos llevan la firma Ana Maria Ferrin. Esta autora explica en uno de sus textos que las obras son citadas por primera vez en biografía realizada por Josep Francesc Ràfols en 1928 al arquitecto.
A primera hora de la tarde Vila explicó que una persona le había proporcionado unas fotografías de las vidrieras que él había guardado en un cajón durante un año. “Las recuperé cuando comenzamos a estudiar las obras de esta zona”, dijo lacónicamente.
Unas horas más tarde, en conversación con este diario, Vila reconoció que conocía el trabajo de Ferrin y que fue ella la que le llevó las fotografías de las vidrieras explicándole que una tradición familiar aseguraba que eran de Gaudí. Vila explicó que “al acceder a la capilla supe que las obras de él tras reconocer que la cabeza del arcángel estaba trabajada con dos placas de vidrio superpuestas, las dos rebajadas al ácido, una obra precursora de la tricomía que Gaudí utilizó después en obras posteriores como la Catedral de Mallorca. En el caso del rosetón también vi semejanzas con otras obras de Bellesguard o en el de la Barca de Sant Pere del Palau Episcopal de Mallorca. Quizá no me he explicado bien. Durante la rueda de prensa, he hablado de inéditas en el sentido de que se han autentificado y fechado con exactitud por primera vez, situándolas en la cronologías de sus otras vidrieras”. Y explicó que Bassegoda, el gran especialista de Gaudí, a petición de la propia Ferrin, había asegurado que las vidrieras “eran de carácter menor y que las había realizado en 1878”, reconociendo implícitamente que también Bassegoda sabía de su existencia.
El trabajo de inventario realizado en los últimos cuatro años por Vila ha contado con una aportación económica de la Generalitat de 288.000 euros. Ahora ha concluido la primera fase y está a la espera de firmarse un acuerdo que permita concluirlo en las provincias de Tarragona, Girona y Lleida. Mascarell anunció que pronto será posible.
A última hora de la tarde, fuentes de la Generalitat reconocieron que las vidrieras no eran inéditas y que se había cometido un error. “No era lo que nos habían asegurado”, dijeron.
El Pais