Muchos de los principales tesoros que contienen los templos, monasterios y conventos de la región madrileña pueden ser vistos por primera vez en la exposición El triunfo de la imagen, inaugurada el pasado viernes en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Hasta el 12 de abril se exhiben 58 obras de arte, pintura, escultura, grabados, textiles litúrgicos y objetos suntuarios de culto. Proceden del patrimonio de la Iglesia católica y han sido seleccionados entre los restaurados por la Dirección General de Patrimonio de la Comunidad de Madrid desde hace un cuarto de siglo. José María Quesada es el comisario de la exposición.
Las obras —expresión de la opción de la Iglesia de Roma por la imagen como vehículo cultural y evangelizador—, se remontan a la Edad Media y abarcan hasta el siglo XVIII. Una decena de ellas puede contemplarse por vez primera fuera de muros de sus conventos de origen, como el de las Carmelitas de la calle de Ponzano, las Mercedarias de la calle de Valverde o las Trinitarias de la de Lope de Vega, donde en estos días un equipo científico busca los restos de Miguel de Cervantes. Precisamente Sancho de Lacerda, marqués de Laguna y fundador del patronato del convento trinitario donde Cervantes yace, es uno de los efigiados de la muestra, en un imponente cuadro de Otto van Veen, maestro de Pedro Pablo Rubens.
Hay en la exposición tallas bajomedievales, como la Virgen del castillo, de Montejo de la Sierra; relieves de comienzos del siglo XVI, como los de Torrelaguna, de Calderón y Cerecedo, más una excelsa cruz procesional, del orfebre Marcos Hernández.
Sorprende por su coral monumentalidad una copia del Juicio final del renacentista Jean Cousin. En boca de José Luis Montes, Delegado episcopal para el Patrimonio Cultural del Arzobispado de Madrid, con rango de obispo, “la exposición muestra además algunas de las principales joyas del Barroco, la época en la que Madrid, gracias a su pintura, se situó a la cabeza del Arte europeo”.
Barroco es, desde luego, el estilo dominante, con la presencia de telas bañadas de luz y policromía por Juan Carreño de Miranda, Francisco Rizzi, Eugenio Cajés, Vicenzo Carduccio y Alonso Cano, además de las de Juan de Toledo; el lienzo Santa Catalina de Alejandría, de Juan Antonio de Frías y Escalante, brinda su rostro al catálogo de la exposición. Destella con fuerza el lienzo de Anton van Dyck La Virgen y el Niño Jesús y ángeles. Esta tela, hasta hoy inaccesible al público, singulariza el grácil porte de María cubierta con un manto turquesa cuya luminosidad vivificó el pincel del gran pintor de la Corte de San Jaime; se asegura que Van Dyck se autorretrató en este lienzo, en el rostro de un ángel. No podía faltar una Anunciación, del infatigable Lucas Jordán, llamado a Madrid por Carlos II.
En el capítulo de escultura, La adoración de los pastores de Luisa Roldán, llamada la Roldana, es un prodigio de elegancia que, pese a hallarse inicialmente muy deteriorado, ha sido certeramente restaurado por el equipo Albayalde. Un Cristo yacente de Juan Sánchez Barba conmueve por su doliente realismo; Nicola Fumo talló la Transverberación de santa Teresa de Jesús, que data de 1725, a la que acompaña un manuscrito de la mística abulense. También del XVIII data Santa María Magdalena, de Luis Salvador Carmona.
Complementa la muestra un audiovisual que relata las intervenciones en la deslumbrante Capilla del Obispo, restaurada durante dos décadas por Javier Vellés y su equipo; la iglesia de las Comendadoras, bellamente recobrada por Emmanuela Gamibini; la catedral de Getafe, la iglesia de la Asunción de Meco, —con su cubierta de hechura naval— y Santa María la Mayor, de Colmenar de Oreja, objeto todas ellas de profundas restauraciones, que serán objeto de conferencias en la sede de la Academia. El presupuesto restaurador desde hace un cuarto de siglo frisa los 40 millones de euros, informó Isabel Mariño,consejera regional de Empleo, Cultura y Turismo.