En 1941, Henry Miller viajó a Nueva York y recorrió Estados Unidos, la ciudad en la que nació, su tierra. Salió espantado, excepto de Biloxi, un lugar “de ensueño” en el profundo Sur. Fue una pesadilla, Una pesadilla con aire acondicionado. Así tituló el largo relato de esa excursión al mundo capitalista que entonces vivía la siesta de la Gran Depresión. Como en las obras que lo hicieron famoso, dio mandobles a diestro y siniestro, y adivinó el clima de la guerra que se avecinaba así como el mundo de consumo irrestricto que vendría luego.
Veinte años después, en el otro lado del mundo, el mundo comunista, otra escritora, la francesa Simone de Beauvoir, visitaba con melancolía, acompañando a Jean-Paul Sartre, los avisos más dolorosos de la esclerosis del socialismo real y, además, de su propio marido. De ahí surgió un libro, Malentendido en Moscú. Ambos eran inéditos en español y acaban de aparecer traducidos por la editorial Navona.
Ni en el estilo (uno es rabioso, trepidante, está repleto de mala uva) ni en la atmósfera (son historias que viven en las antípodas) se parecen Miller y De Beauvoir, pero algo tienen en común estas obras que Navona rescata del olvido. En el libro de viaje del norteamericano que regresa de malhumor a su tierra y en la novela de la francesa que confirma su desencanto creciente hacia el comunismo se ponen en evidencia los dos espantos contemporáneos: el capitalismo ya no va a soltar su presa y el comunismo es aburrido como una mala historia de amor. Y los dos libros son eso, una historia de amor truncada, en el caso de Miller por su tierra, y en el caso de De Beauvoir desamor por el hombre que la había enamorado.
“Todo está en el interior de nosotros mismos, y de una manera más clara y evidente aún, los mundos de ficción que creamos, la literatura”, dice Rosa Regás en el prólogo de Malentendido en Moscú. Y es verdad que el libro, que apareció por primera vez en Francia en 1992 (muertos ya Simone y su marido), se lee con la imagen (sobre todo la imagen última) de Sartre en la retina de lector. Este viaje sentimental a Moscú (en la ficción, a ver a la hija del marido de la protagonista; en la realidad, entre otras cosas, a compartir el tiempo con una amiga del filósofo) le sirve a Simone de Beauvoir para indagar en los efectos que la inminencia de la vejez tiene en la vida de pareja; y en este caso el aburrimiento que domina esa relación se acompasa con el aburrimiento que en ese momento devolvía la Unión Soviética a los que alguna vez creyeron que su ejemplo sería la solución, frente al capitalismo.
Una pesadilla con aire acondicionado es también la historia de un desencuentro; Miller había ido a Estados Unidos porque su padre se estaba muriendo, y encontró que era el país entero el que se había entregado a la muerte; el consumo calmaba las iras del aburrimiento y él preveía que esas ciudades que alguna vez fueron bellas e ingenuas se iban a devorar a sí mismas. Él vio ahí “el derrotismo de América”, la decrepitud de Nueva York, la estúpida aspiración al patriotismo como una religión. Algún día, frente a todo esto, habría que vivir “en cavernas democráticas”.
En cavernas democráticas, o en París. El punto en común de estos dos libros de dos de los mitos más conocidos del siglo XX es un desamor común por el aburrimiento (de las patrias, de las ideas absolutas, de la pareja) y París. Nada hay como París; en Miller, como contrapunto de la fealdad insufrible de la mayor parte de la América que cruza; y en el caso del personaje femenino de Simone de Beauvoir París se presenta como solución ante la monotonía de Moscú, donde, además, se ha producido un insoportable malentendido del que parten la novela y, acaso, la propia autobiografía final de la pareja literaria más famosa del siglo XX.
¿Y por qué ha rescatado estos inéditos Navona? “Ya las agencias no te ofrecen inéditos ni te los encuentras por el camino” dice Pere Sureda, que forma parte del equipo editorial de Navona. “Y a mí me atraen esos escritores a los que se los comió la moda, pero siguen siendo excelentes. Henry Miller es un caso… En los 70 era comprado y leído y admirado por toda una generación. Pero pasado el tiempo, y a pesar de las excelentes ediciones de Edhasa, no existe en las mesas de novedades, ni está su obra entera en las librerías. ¡Pasó!”. Buscó en Internet (“que es donde encuentras esas cosas”) y halló este inédito, publicado por primera vez en 1945. “Busqué al agente, pagué, obviamente, y ahí está”. El relato de Simone de Beauvoir se había publicado en una revista y se editó en libro a finales de 2012, “a bombo y platillo”, por lo cual Sureda pensó que estaría vendido en España. “¡Y estaba libre de derechos! ¿Increíble, verdad? Así es el mundo del libro”. ¿Y fueron muy caros? “No tanto, entre 1.500 y 3.000 euros”.
La traducción de Una pesadilla con aire acondicionado es de José Luis Piquero; la de Malentendido en Moscú es de Joachim de Nys. Navona es una editorial de larga data, basada en Barcelona, a la que ahora se ha incorporado Pere Sureda, cuyo último trabajo, después de pasar por diversas editoriales españolas e iberoamericanas, fue el de director editorial en España de Norma.