Para producir un litro de aceite de oliva se requieren casi 20.000 litros de agua. Con ellos ha de regarse el olivo del que brotan las aceitunas, cuyo néctar servirá después para cocinar y aliñar los principales platos de la dieta mediterránea, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad desde 2010. El dato refleja sólo una parte de la huella hídrica de los alimentos consumidos, sobre todo, en España, Portugal, Francia, Italia, Grecia y Malta, y se desprende de un estudio elaborado por el Observatorio del Agua de la Fundación Botín.
Lo que comemos, le recuerdan los científicos a la industria de la gastronomía y a los comensales, no sale de la nevera. Producir vegetales, cereales o criar una vaca o un cerdo y prepararlos para su consumo en los fogones, implica un gasto considerable de agua, un recurso natural renovable pero limitado. El avance de la investigación fue presentado durante una comida ofrecida en casa de Clara María González de Amezúa, fundadora de la Escuela de Cocina Alambique (Madrid), y preparada por el chef Fran Martínez, del restaurante Maralba de Albacete (una estrella Michelín).
No hace mucho, los miembros de este think-tank fundado en 2008 se preguntaron si la dieta famosa por contribuir a disminuir los índices de enfermedades cardiovasculares era compatible con la conservación del medioambiente. Analizaron el consumo de agua de cada producto e ingrediente de un menú representativo en invierno y en verano y lo compararon con su equivalente estadounidense: la dieta recomendada por el Departamento de Agricultura del país norteamericano. Los datos específicos obtenidos, que se presentarán a finales de este mes, pretenden sensibilizar a la sociedad sobre la reducción del desperdicio alimentario y de las presiones en los recursos hídricos.
No obstante, Alberto Garrido, subdirector del Observatorio del Agua, adelantó que la dieta mediterránea tiene una menor huella hídrica que la de Estados Unidos, ya que requiere 5620 litros de agua menos por persona, el equivalente a unas 22 bañeras convencionales, y añadió que la leche es el alimento de la dieta estadounidense que necesita más agua. “Todavía no sabemos la cifra exacta, estamos terminando de calcularlo. Pero, de momento, de los alimentos recomendados en su menú estándar, que incluye cereales y carne entre muchas otras cosas, la leche es la que requiere más agua, pues todo lo que come la vaca también necesita ese líquido vital”, especificó Garrido antes de añadir otro dato para concluir: “Hacen falta dos millones de litros de agua para producir los alimentos que come una persona a lo largo de un año.”