Ahmet Uzumcu, director general de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), ha pedido este miércoles “la cooperación de todas las partes en conflicto en Siria para que haya altos el fuego que permitan el trabajo de sus inspectores”. “Acabar con las armas químicas es en interés de todos”, ha dicho. La OPAQ se encarga de comprobar y destruir el arsenal químico sirio —en una misión conjunta con la ONU— y es la primera vez que actúa en un país en guerra civil.
Uzumcu ha hecho su petición en una comparecencia sin precedentes ante la prensa extranjera en La Haya, su cuartel general. La organización lleva 16 años operando y ha calificado este ejercicio de transparencia de “diplomacia pública en acción”. Siria tiene previsto convertirse en su socio 189 el próximo 14 de octubre, y ha debido deshacerse de todo su arsenal para la primera mitad de 2014. Así lo estipula la resolución adoptada por el Consejo de Seguridad de la ONU, a instancias de Rusia y Estados Unidos. “Damasco está cooperando, y en conjunto, debemos visitar 20 instalaciones”, ha añadido.
Se refiere a los lugares donde el régimen de El Asad admitió en septiembre pasado que guardaba, mezclaba y cargaba el armamento químico. La CIA calcula que tiene 1.000 toneladas de gas sarín, mostaza y del gas nervioso VX. El inventario de los emplazamientos fue remitido a la propia OPAQ para que sus primeros 20 expertos, desplazados el 1 de octubre, pudieran operar. Un segundo grupo, formado por 12 inspectores, ha salido ya camino de Damasco. En total, harán falta al menos 100 expertos para cumplir los plazos de la ONU. “Son todos voluntarios porque esta misión es muy dura y peligrosa. Hay que comprobar el arsenal y después proceder a su eliminación. Una tarea que implica permanecer sobre el terreno hasta que ya no quede nada”, según Michael Luhan, portavoz de la OPAQ.
La protección de todo el equipo está en manos de Siria, y cambia a diario por culpa de la guerra abierta. “En estos momentos, nos ocupamos del armamento de categoría tres, es decir la munición aún sin la carga química incorporada. Lo esencial es anularla para que no pueda usarse. En conjunto, este tipo de armas, y las sustancias, se incinera o neutraliza”, según Dominique Anelli, jefe del departamento de Desmilitarización Química de la OPAQ. Si la eliminación no pudiera completarse sobre el terreno, el organismo pediría ayuda a sus miembros. Podría pedir, por ejemplo, unidades móviles para incinerar, o bien explosionar, las armas. Estados Unidos cuenta con ellas y ya las ha ofrecido.
Aunque la destrucción del arsenal sirio debe ser total, si El Asad pretende reconvertir alguna instalación química para fines pacíficos,deberá ceñirse a las normas internacionales. “En esos casos, se revisa el lugar durante quince años para comprobar que no se vuelven a fabricar armas. Ni siquiera convencionales”, ha subrayado Malik Ellahi, asesor político del director general.