05
nov
2013

La Comisión Europea ha confirmado este martes que la economía española pinta algo menos mal de lo que parecía hace unos meses. Bruselas mejora —mínimamente— sus previsiones para España en 2013 por la mejoría del clima económico general y el regreso de la confianza inversora: el PIB caerá el 1,3% este año (dos décimas menos de lo previsto en primavera). Pero atención: el crecimiento de 2014 será aún más anémico de lo que parecía a juzgar por las anteriores previsiones. La Comisión vaticina un alza del PIB del 0,5% el año próximo, cuatro décimas menos que en las previsiones de primavera. Lo justifica al asegurar que entonces no se tenían en cuenta las medidas fiscales que se han aplicado. Los números de Bruselas están entre el optimismo del Gobierno (un avance del 0,7%) y el pesimismo del FMI (0,2%).

La Comisión vislumbra una recuperación vidriosa, de trazo vacilante. El desempleo no bajará del 25% en los dos próximos años. Además, a pesar de la sobredosis de reformas y recortes, el Gobierno apenas consigue embridar el déficit: el desfase alcanzará el 6,5% del PIB este año y, si se suman las ayudas a la banca, el 6,8%. A España le espera una ardua tarea por delante: Bruselas calcula que el déficit será del 5,9% en 2014 y, sin nuevas medidas, escalará al 6,6% en 2015. En resumidas cuentas, todo va bien, pero en realidad no tan bien. “España y Francia son los dos países que necesitan reformas con más urgencia”, ha dicho Olli Ren, vicepresidente y responsable de Asuntos Económicos y Monetarios. Rehn pasa por alto que desde 2010 ha habido dos reformas financieras, dos reformas laborales y una reforma de pensiones. La vicepresidente Soraya Sáenz de Santamaría decía hace poco que solo queda “un 10%” de las reformas por hacer. Las palabras de Rehn sugieren otra cosa.

El equipo de Rehn extrema la prudencia porque aún no está claro si el retorno de la inversión extranjera está aquí para quedarse, a pesar de la fanfarria con la que se han anunciado operaciones atractivas como la entrada de Bill Gates en FCC. La cautela obedece a un horizonte económico que sigue plagado de peligros: no hay crédito, la deuda pública crece a toda velocidad, el anémico crecimiento hace más difícil el necesario desapalancamiento de toda la economía y el paro, en definitiva, va a seguir por encima del 25% durante mucho tiempo (un “intolerable y altísimo nivel”, según Rehn), lo que dificulta la reactivación del sistema financiero.

El optimismo para con España ha vuelto, aunque no faltan las inevitables advertencias acerca de la necesidad de seguir con las reformas y especialmente con una segunda vuelta de tuerca al marco laboral. El Gobierno está a la espera de un informe de la OCDE (el think tank de los países desarrollados) para tener un diagnóstico claro de lo que ha mejorado y lo que ha fallado con la última reforma antes de retocarla. Fuentes del Ejecutivo aseguran que el estudio de la OCDE está al caer. Bruselas advierte cierta complacencia en España tras los últimos indicios de que la cosa mejora, lo que se traduce en precipitados anuncios de rebajas de impuestos cuando los objetivos de déficit van a seguir siendo un desafío durante muchos años.

El fin de la recesión más larga de la democracia (con un avance de apenas el 0,1% del PIB en el tercer trimestre) se consolidará en 2014 con una recuperación tibia, lenta y titubeante, pero recuperación al cabo. El vicepresidente de la Comisión y comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, ha reconocido que en España todavía hay “importantes necesidades de ajuste”, tal y como ocurre en Italia. Según ha argumentado, este hecho queda bien visible en “el insoportablemente elevado nivel de desempleo”.

El Pais

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