22
jan
2014

La dieta mediterránea es beneficiosa para la salud. Al menos eso hemos oído, pero ¿hasta qué punto? La respuesta está cada vez más clara gracias a Predimed, el principal ensayo clínico de intervención dietética en España y uno de los mayores del mundo. El último fruto de esta investigación, publicado este miércoles en JAMA, la revista de la Asociación Médica Americana, es que el riesgo de sufrir problemas circulatorios en las extremidades se reduce hasta un 66% con el consumo de aceite de oliva virgen.

Durante 10 años, varios equipos de toda España, integrados en el Centro de Investigación Biomédica en Red de la Obesidad y la Nutrición (Ciberobn), han seguido a unas 7.500 personas, de entre 55 y 80 años, para comprobar el efecto protector de la dieta mediterránea en las enfermedades cardiovasculares. “Hemos publicado más de 100 investigaciones y en ninguna habíamos encontrado una asociación tan fuerte entre la dieta mediterránea y la arteriosclerosis”, explica en entrevista telefónica Miguel Ángel Martínez-González, profesor de Medicina Preventiva de la Universidad de Navarra y uno de los investigadores responsables del nuevo descubrimiento.

El análisis se llevó a cabo mediante la separación de los pacientes en tres grupos. En el primer conjunto, donde se proporcionaba gratuitamente aceite de oliva virgen, se redujo a la tercera parte —66%— el riesgo de desarrollar arteriopatía periférica: una enfermedad que se manifiesta cuando las arterias de las piernas o los brazos se estrechan u obstruyen, dificultando el paso de sangre y oxígeno a los tejidos. Este fue el grupo donde se observó una reducción más potente, pero no el único. Los pacientes del segundo, que consumían frutos secos, se beneficiaron también de una reducción del riesgo en la mitad de los casos en comparación con el grupo control, que seguía una dieta baja en grasas, según las recomendaciones de la American Health Association.

“La diferencia entre los grupos es que a los del control les decíamos que redujeran las grasas, mientras a los otros dos les recomendábamos que aumentaran su ingesta bien con aceite de oliva, que es 100% grasa, o bien con frutos secos”, aclara Martínez-González. Estos segundos fueron la opción elegida por los investigadores para ofrecer una alternativa al aceite porque, según explica el investigador, “hay muchas culturas que no aceptarían nunca una dieta rica en aceite de oliva. No entra dentro de sus hábitos culinarios”.

Aparte del dolor en las piernas, que hace que los enfermos tengan que pararse y no puedan seguir andando, la arteriopatía provoca muchas complicaciones: “úlceras, heridas que no cicatrizan y, en los casos más graves, gangrena que puede terminar en la amputación de parte de la extremidad”, comenta Martínez-González. “Por eso, que consigamos la reducción del riesgo de padecerlo en un 66% con una simple medida dietética, hace que este sea un hallazgo muy importante”.

El Pais

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