19
mar
2015

Si Plutarco viviera no dudaría en hacer protagonista de una de sus famosas Vidas paralelas a dos de los mayores genios de la pintura universal: Pablo Picasso y Salvador Dalí en la que destacaría sus puntos en unión de estos personajes, a primera vista, diferentes. A falta del talento de este historiador y biógrafo griego el Museo Picasso de Barcelona y The Dalí Museum de San Petersburgo, en Florida han organizado conjuntamente la primera exposición en la que Dali y Picasso, Picasso y Dalí, se miran frente a frente y explora la relación entre los dos artistas que se conocieron por primera vez en París, cuando Dalí visitó el estudio de Picasso en 1926. “Antes de visitar el Louvre he decidido venir a verle”, le dijo un joven Dalí al ya famoso Picasso. “Eso es lo que tienes que hacer”, le contesto el malagueño. A partir de ese momento Dalí pasó de un simple “análisis” de la obra picassiana a desarrollar un lenguaje artístico propio y totalmente surrealista y dio inicio a una relación marcada por el respeto y admiración mutua que se mantuvo, con grandes altibajos, a lo largo de toda sus vidas. La muestra presenta un total de 78 obras, entre pinturas, dibujos, collages, esculturas y grabados, así como una selección de 33 documentos que incluye correspondencia enviada a Picasso por Gala y Dalí durante décadas. Ninguna de Picasso a Dalí.

“A primera vista parecen dos personajes de personalidad muy diferente, pero si analizamos al Picasso de los años 20, que es una celebridad, un personaje rico, que se pasea en un enorme Hispano Suiza con chófer, que se pasaba la vida en Biarritz y se hacía hacer trajes a medida, nos recuerda mucho al personaje que luego fue Dalí”, explica uno de los dos comisarios de la exposición William Jeffett. La muestra (que se inauguró en noviembre en el museo de Sant Petersburgo americano) cuenta con 29 obras de ambos que solo podrán verse en su paso por Barcelona, además de piezas que raramente se habían expuesto en Europa, como Retrato de mi hermana, pintado por Dalí en 1923 que adquiere una nueva dimensión situada, cara a cara, con Retrato de Olga, de Picasso pintado en 1917. Son idénticos en composición y cromatismo y denotan que, en este caso, Dalí estuvo muy pendiente de la obra de Picasso.

La exposición, organizada en colaboración con la fundación Gala-Salvador Dalí de Figueres, cuenta con préstamos de 25 museos de todo de Europa y Estados Unidos y tiene un presupuesto de un millón de euros, pone énfasis en los momentos de contacto, “no tanto personal, porque no existe imagen gráfica de un encuentro entre los dos, como artístico que revela los momentos más ricos de esta interactuación, sin esconder sus contradicciones”, según Jeffett. Comienza con dos obras reveladoras relacionadas con la ciudad de Barcelona, dos autorretratos, que repiten esquema en la composición (los dos aparecen con peluca y sombrero, además de la intensa mirada de los dos pintores), una relación que continúa en obras como Desamparados (1903) y Frutero (1917) del malagueño y Cabeza de hombre y niño (1924) y Naturaleza muerta, sandía (1924) del ampurdanés.

Por primera vez se puede ver en Europa la Profanación de la hostia de Dalí (1929), cedida para la ocasión por el museo americano del pintor, así como 29 obras que solo se verán en Barcelona, una tercera parte de lo expuesto. De Picasso se pueden ver Naturaleza muerta con busto antiguo (1925), Grupo de desnudos femeninos (1921), Naturaleza muerta frente a una ventana Saint-Raphaël (1919), Mujer sentada (1927), Copa de absenta (1914) y Mujer en un sillón rojo (1929), así como Metamorfosis (1931) y el collage Cabeza una obra que estuvo en poder de Dalí y Gala y que ambos donaron al Museo Picasso en 1963 en la apertura del centro.

De Dalí sobresalen Retrato de María Carbona (1925); Venus y cupidos (1925), Mesa ante el mar. Homenaje a Erik Satie (1926), Aparato y mano (1927), Los primeros días de la primavera (1929) y la impactante y surrealista La chaqueta afrodisíaca de 1936.

La guerra Civil marcó un punto de inflexión en su relación. “Cada uno la trató de una forma poderosa y a menudo alegórica con obras como la Premonición de la guerra civil de Dali y, sobre todo el Guernica de Picasso. En Barcelona se puede ver Cabeza llorando con pañuelo, un potscripto del Guernica que realizó Picasso en 1937.

El final de la exposición se muestra la admiración de los dos por otros dos grandes de la pintura española y universal como son Goya y, sobre todo, Velázquez. “Los descubren cuando en los años 50 los dos artistas toman conciencia de su lugar en la historia del arte y comienzan en pensar en sus futuro museos personales”, mantiene Jeffett. De este momento surgen pinturas como la gran serie de Las Meninas de Picasso que pintó en 1957 y donó a su museo de Barcelona por completo y Copia de El niño de Vallecas de Velázquez de Picasso (1895) o Velázquez pintando a la infanta Margarita con las luces y las sombras de su propia gloria (1958), un título muy esclarecedor, de Dalí.

El Pais

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