30
out
2013

Lo chévere del idioma español es su espíritu patiperro que le permite ser entendido por el 80% de sus cuates. Sus casi 500 millones de hablantes no tienen que bregar en medio del bochinche de otras lenguas, a pesar de lo que digan los engreídos jailones y sin necesidad de huachafiar. Eso sí, a riesgo de que alguno pueda parecer un boludo al no entender las yapas de un idioma que no se cansa de decir asere a las expresiones que van apareciendo. Así surge una especie de parqueadero infinito donde caben desde vocablos curuvicas o cipotes, hasta otros pinches o mensos, que alguien podría interpretar como un contradiós. Pero es un idioma que no está en la olla porque sus palabras se sienten tuanis y rumbean sin complejos de ninguna vaina.

La anterior es una muestra de una lengua polifónica, policéntrica y en expansión, de cuya riqueza y preocupaciones hablarán desde hoy y hasta el miércoles más de 200 expertos en el VI Congreso Internacional de la Lengua Española en Ciudad de Panamá. Como un homenaje a ella y a su diversidad, EL PAÍS ha pedido a 20 escritores del mundo hispanohablante, más Estados Unidos, que den el pie para crear un Atlas sonoro de las palabras más autóctonas del español. Narradores, poetas y ensayistas han elegido el vocablo que consideran que refleja mejor su país para que los internautas continúen con sus propuestas en el blog Papeles perdidos.

Este Atlas sonoro coincide con la presentación en Panamá de la edición digital del Diccionario de Americanismos, publicado por la RAE y la Asociación de las 22 Academias de la Lengua, a cargo del académico Humberto López. Un libro cuya consulta está disponible gratuitamente en la Red y que contiene más de 70.000 entradas y unas 120.000 acepciones, sinónimos y variantes guapas y nada pendejas.

El Pais

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